El retiro de referentes del deporte argentino: un “adiós” que debe ser “reconvertido”

Los Juegos Olímpicos de Tokio definieron el adiós profesional de distintos referentes del deporte argentino. Sin dudas, Tokio 2020 (+1) marcó un antes y un después para diferentes disciplinas que, si bien extrañarán a los líderes que anunciaron su retiro como deportistas, tienen la “obligación” de mantenerlos bien cerquita.

Paula Pareto “popularizó” el yudo y se convirtió en “embajadora” del deporte continental; Luis Scola “transmitió” la mística de la Generación Dorada a los jugadores más jóvenes y se fue aplaudido por compañeros y rivales; Sebastián Simonet y Gonzalo Carou fueron líderes de un grupo de Gladiadores que llevó al handball argentino a disputar en Tokio sus terceros Juegos Olímpicos consecutivos; Pedro Ibarra y Juan Manuel Vivaldi, los estandartes de Los Leones campeones olímpicos en Río 2016, y Noel Barrionuevo, la abanderada de un equipo que supo mixturar experiencia y juventud para la obtención de una nueva medalla plateada para Las Leonas.

A todos los mencionados se les suman Belén Succi, quien aún no se expresó sobre su futuro, y Gastón Revol, que tras la medalla de bronce con Los Pumas 7s dejó un final abierto. Y, por edad, podrían agregarse Santiago Lange (siete Juegos Olímpicos) y la nadadora cordobesa Cecilia Biagioli (5), ambos marcando un récord en la cita asiática y convirtiéndose en “el y la” deportista con mayor cantidad de participaciones.

Probablemente a este listado se le “pasen” algunos nombres pero todos, sin distinción, deberían ser “reclutados” en sus respectivas disciplinas para que desde la experiencia aporten a sus deportes y les permitan seguir creciendo. Todos ellos tienen mucho camino recorrido, no escatiman al trabajo y son respetados por compañeros y rivales, una condición sumamente importante. Sus valores son dignos de imitar.

Sus trayectorias intachables merecen un lugar en cualquiera de los estamentos del deporte, formando a los más chicos, trazando una planificación acorde a la concreción de objetivos al mediano o largo plazo, siendo consultados a la hora de pensar en infraestructura y elementos necesarios para el desarrollo y la preparación de los deportistas de base y de los que ya están consolidados en la elite. La retroalimentación debería ser materia obligatoria porque de esa manera el deporte seguiría creciendo y los resultados obtenidos en las competencias internacionales no serían ya producto de “un nuevo milagro” del gen argentino.

Con el final de una nueva edición de los Juegos Olímpicos y el comienzo de otra Olimpíada, que el retiro de estos “tremendos” deportistas argentinos no sea un adiós definitivo sino el punto de partida para empezar a pensar hacia adelante y para siempre. Que no queden en el recuerdo de un pasado inolvidable, que formen parte del presente para un futuro mejor para el deporte argentino.

Fuente: La Voz.

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